miércoles, 30 de noviembre de 2016

NUEVA AGENDA URBANA Y SMART CITY




Joan Subirats

ALAI AMLATINA, 30/11/2016.- En la reciente conferencia de Hábitat III en Quito, uno de los elementos claramente novedosos en relación a las anteriores ediciones de Vancouver y Estambul es la presencia del factor tecnológico en la declaración final.  Hay bastantes referencias, pero quisiéramos detenernos en especial en las que aluden al tema de “Smart City” (“ciudad inteligente”) y los temas del “Big Data”.

Hemos de recordar, de entrada, que una de las características esenciales del cambio tecnológico que afecta nuestras maneras de producir, movilizarnos, informarnos o consumir es que rompe con espacios y dinámicas de intermediación que habían estado dominando muchos de esos espacios.  Y que además, se observa un cambio en las dinámicas de relación entre actores.  En efecto, se extiende la convicción que en muchos casos conseguiremos mejores resultados compartiendo y colaborando que si lo hacemos de manera aislada y competitiva.  Si partimos de la idea que el conocimiento es una de las claves que explica la potencialidad del cambio, no estaríamos hablando de un bien rival, sino que precisamente la capacidad de cooperar, compartir o colaborar, permitirían multiplicar las potencialidades de innovación.  No es precisamente ocultando datos, aislando nuestros hallazgos o ideas, como conseguiríamos los mejores resultados, sino que precisamente sería hibridando esas ideas o datos con otros, cuando podríamos incrementar la eficacia y eficiencia del proceso innovador o creativo.  Por citar solo algunas referencias, las aportaciones de Hess-Ostrom (2007), Benkler (2006) o en tono más divulgativo, las de Rifkin (2014) o Mason (2015) apuntan en esa dirección, señalando los límites del modelo competitivo capitalista en ese nuevo escenario.

De esta manera se apunta a que la “sharing economy” (economía del compartir) está ya generando un sector (la economía P2P, Peer to Peer, o producción entre iguales basadas en el procomún, Bauwens, 2005; Kostakis-Bauwens, 2014), que puede ser una esperanza de reindustrialización y de nuevo desarrollo urbano y territorial.  La hipótesis sería que la combinación de investigación, programación digital por un lado y producción y consumo por el otro, podrían constituir una alternativa (de acceso libre y universal) innovadora y dinamizadora a la que hoy nos ofrece el capitalismo financiero, de software privativo y de monopolio en las plataformas de acumulación y distribución de datos.

No es este el lugar para desplegar todas las consecuencias de este tipo de planteamiento, que, por otra parte, está dando lugar a una explosión de reflexiones y de prácticas en todo el mundo.  Es cierto, no obstante, que en los últimos tiempos empieza a manifestarse asimismo un cierto escepticismo o desencanto por la fuerza con que las plataformas y grandes conglomerados surgidos del modelo Silicon Valley, son capaces de controlar y apropiarse de la gran capacidad de innovación y renovación que la lógica del conocimiento y de la economía compartida conllevan (como ejemplo, Benkler, 2016).  Queremos aquí más bien centrarnos, en el espacio de que disponemos, en las potencialidades y límites del escenario urbano, de la ciudad, como espacio de dinámicas colaborativas y como ello ha sido recogido en la Declaración de Quito que ha culminado Hábitat III.

¿Smart City?

Crece el interés por las ciudades como espacios de innovación tecnológica y de experimentación, en momentos en que, como decíamos, se están reformulando los formatos tradicionales de actividad económica en todo el mundo.  Un mundo cada vez más urbano.  Como se ha dicho reiteradamente, en el 2030 serán dos terceras partes de la humanidad las que vivirán en ciudades.  Las megaurbes ya no crecen como antes, pero ahora incrementan su población las ciudades de tamaño grande y medio.  En este contexto de alta densidad y de fuerte presencia simultánea de problemas y oportunidades, las posibilidades de implementar los avances tecnológicos son innegables.  Además, la gran ventaja es que lo local es lo más global.  Si piensas en temas, por ejemplo, de seguridad urbana, de residuos o de movilidad, fácilmente lo que apliques o comercialices en una ciudad lo puedes acabar usando en muchas otras ciudades.  Se abren muchas puertas para repensar procesos y estructuras.  Cambios que dejarán obsoletas ciertas empresas y actividades que no encuentren su lugar en esos nuevos escenarios, pero que abren muchísimas oportunidades para otros.

El concepto de "Smart City" fue, en este sentido, capaz de recoger e incorporar esas potencialidades y promesas.  Sugería cambio y superación del modelo fordista.  Prometía nuevas soluciones a viejos problemas de las ciudades, pero al mismo tiempo (como otros conceptos de moda) era suficientemente ambiguo para servir de almohada a lo que cada uno pretendiera.  Lo que va quedando claro es que en los últimos años, el liderazgo y la inversión vienen del lado de la oferta, del lado de las grandes corporaciones que han apostado por sistemas avanzados de información y tecnologías de la comunicación y que ahora invierten en el “Internet de las cosas”.  Muchas ciudades han acogido con entusiasmo esa perspectiva, al entender que este "solucionismo tecnológico" les permitía salir o prometer salir de situaciones de bloqueo o enfrentarse de manera aparentemente innovadora a problemas enquistados.  Hoy por hoy, el modelo de Smart City ha cuajado en una imagen de liderazgo tecnológico en la que predomina una lógica que calificaría de notablemente jerárquica, centralizada, tecnocrática y corporativa (Fernández, 2016).  Más centrada en resultados que en procesos.  La perspectiva dominante en esa línea apunta a una nueva gestión urbana con tres valores clave: más eficiencia, más seguridad y más sostenibilidad.  Esto se concreta en programas que buscan reducir el gasto energético, mejorar la gestión de residuos, favorecer la reducción de consumo de agua, facilitar mejoras en la movilidad urbana y ayudar a una mayor prevención de los delitos en el espacio público.  Todo muy prometedor y al mismo tiempo muy políticamente neutral.  Aparentemente todos ganan, nadie pierde.  Lo cierto es que no ha habido, más allá de la retórica y de experiencias más bien limitadas, demasiado espacio para que los ciudadanos expresen lo que quieren, cómo usan o cómo pueden utilizar esta tecnología de forma autónoma y transformadora, o cómo evitar los riesgos sobre privacidad y libertad que estas innovaciones generan o pueden generar.  Y en cambio, voces más críticas apuntan a que de momento esas novedades aumentan el consumismo y la dependencia de las instituciones hacia las empresas proveedoras.

En la Declaración de Quito es precisamente este mensaje aséptico, despolitizado y de neutralidad tecnológica el que se asume, considerando simplemente la perspectiva de “smart city” como una oportunidad para las ciudades en este complejo inicio de siglo.

¿Alternativas?

Pero, ¿hay alternativas?  Si vamos más allá del ámbito estrictamente tecnológico, la idea de que la ciudad pueda ser un espacio apropiado para experiencias colaborativas, nos acerca a la dinámica de innovación social y movilización comunitaria.  En este sentido, han ido surgiendo propuestas que exploran nuevos caminos desde lógicas de sistema abierto, con participación directa de la gente, buscando que la tecnología sirva para reforzar la democratización de la ciudad y de los propios recursos tecnológicos.  En algunos casos, con la reutilización de espacios vacíos para diversas utilidades y necesidades sociales (huertos urbanos), en otros con la gestión cívica de equipamientos públicos o de lugares ocupados, o con otras alternativas como monedas sociales (Subirats-García Bernardos, 2016)

También ha crecido el interés por ver en la ciudad un espacio privilegiado para replantear el dominio sobre el uso y la distribución de bienes considerados básicos, o bienes comunes, como el agua o la energía (Mattei, 2013).  Desde otra perspectiva, se apunta a que la ciudad es por sí misma un espacio “procomún”, por su naturaleza abierta, compartida entre sus habitantes, y que necesita ser gestionada para preservar sus cualidades en la línea de cualquier otro bien común.  Lo que implicaría entender el derecho a la ciudad como la expresión de la capacidad de sus habitantes de decidir sobre cómo gestionarla, cómo preservar sus recursos y espacios comunes, cómo asegurar su resiliencia.  Con lo que ello implica desde el punto de vista del sistema de gobierno colectivo necesario para preservar ese “procomún”, desde lógicas más horizontales, colaborativas y policéntricas.  Ello nos podría llevar a concepciones de co-producción de las políticas locales y de gobierno compartido (Foster-Iaione, 2016).

Es evidente que, en cualquiera de esas tesituras, la complementariedad entre nuevas concepciones sobre la ciudad, con la recuperación de la tradición comunitaria, y tecnología digital, será clave.  Lo importante es entender la tecnología, no solo como una herramienta, sino más allá, un nuevo espacio en el que explorar nuevas respuestas a las necesidades democráticas, sociales y ambientales de las ciudades, yendo más allá de las alternativas que no cambian las lógicas de fondo de los temas y que tampoco facilitan la apropiación ciudadana de estas nuevas oportunidades.  La fascinación tecnológica y los grandes efectos disruptivos que sus aplicaciones generan, está produciendo un efecto peligroso.  El brillo y la sensación de control que envuelve cada nuevo aparato o aplicación, nos impide fijarnos en quién controla el proceso, qué jirones de nuestra identidad se van desprendiendo, quién acaba gobernando ese nuevo mundo lleno de viejas desigualdades.

El debate central es el de la soberanía tecnológica, que a su vez conecta con el acceso y la apropiación de los datos o el grado de apertura y de acceso a los sistemas operativos y las dinámicas de innovación.  Y aquí de nuevo, los últimos epígrafes de la Declaración Final de Hábitat III se adhieren a lo prometedor que resulta esta capacidad de manejar y gestionar datos a gran escala generados por la ciudadanía de manera gratuita y desinteresada, sin poner en duda en ningún momento quién se apropia de esos datos, con qué fines y desde qué marcos cognitivos o de valores (O’Neil, 2016).  Es un juego muy desigual si se compara la fuerza mercantil y tecnológica de las grandes empresas y corporaciones presentes en el escenario con las capacidades de las ciudades que sirven de escenario para que ello ocurra.  Pero, es asimismo un incentivo para aquellos que quieran seguir dando la batalla por politizar una transformación que no tiene nada de natural, ya que sigue marginando y excluyendo personas y colectivos, y sigue distribuyendo desigualmente costes y beneficios.

El reto de la ciudad compartida, del derecho a la ciudad, pasa por saber y poder implicar a la ciudadanía en los procesos de diseño, creación y gestión de los recursos necesarios para la inclusión y el desarrollo humano en las ciudades, relacionando mejor necesidades y herramientas.  Internet puede facilitar el que avancemos en ciudades inteligentes que partan de la inteligencia compartida de sus habitantes y que aprovechen de manera democrática y soberana los datos que entre todos producimos.  Una ciudad en común y para el común (Rendueles-Subirats, 2016).  Nadie mejor que los ciudadanos comunes para innovar y mejorar.  Ciudadanos inteligentes en una ciudad compartida.  Democrática.

Joan Subirats es Dr. en Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona; Catedrático de Ciencia Política y fundador e investigador del Instituto de Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Referencias:

Abbott, J. (2013). Sharing the city: community participation in urban management. Routledge, Londres

Bauwens, M. (2005). The political economy of peer production. CTheory, 12-1.

Benkler, Y., (2006), The Wealth of Networks, How Social Production Transform Markets and Freedom, Yale University Press, New Haven

Benkler, Y. (2016), “Degrees of Freedom, Dimensions of Power” en Daedalus, 145, pp.18-32

Borch, C., & Kornberger, M. (Eds.). (2015). Urban commons: rethinking the city. Routledge, Londres

Fernández, M., 2016, Descifrar las Smart Cities, Me gusta Escribir, Barcelona

Foster, S.- Iaione, C. (2016), “The City as a Commons”, en Yale Law and Policy Review, 34, pp.281-349

Hess, Ch.-Ostrom, E., (2007), Understanding Knowledge as a Commons. From Theory to Practice, MIT Press, Boston

Kostakis, V., & Bauwens, M. (2014). Network society and future scenarios for a collaborative economy. Springer, New York

Mason, P., (2015), Postcapitalismo, Paidos, Barcelona

Mattei, U. (2013), Bienes Comunes, Trotta, Madrid

O’Neil, C., 2016, Weapons of Math Destruction. How Big Data Increases Inequality and Threatens Democracy, Crown, New York

Rendueles, C.-Subirats, J., Los (bienes) comunes, Icaria, Barcelona

Rifkin, J., (2014), La sociedad de coste marginal cero, Paidos, Barcelona

Subirats, J.-García Bernardos, A., (2016), Innovación social y políticas urbanas en España, Icaria


Artículo publicado en la edición 519 (noviembre) de la revista América Latina en Movimiento de ALAI titulada: “Las agendas del Hábitat”.  http://www.alainet.org/es/revistas/519



EL FIDEL CASTRO QUE YO CONOZCO

Gabo acerca de Fidel

EL FIDEL CASTRO QUE YO CONOZCO




Por Gabriel García Márquez, 2014

Su devoción por la palabra. Su poder de seducción. Va a buscar los problemas donde estén. Los ímpetus de la inspiración son propios de su estilo. Los libros reflejan muy bien la amplitud de sus gustos. Dejó de fumar para tener la autoridad moral para combatir el tabaquismo. Le gusta preparar las recetas de cocina con una especie de fervor científico. Se mantiene en excelentes condiciones físicas con varias horas de gimnasia diaria y de natación frecuente. Paciencia invencible. Disciplina férrea. La fuerza de la imaginación lo arrastra a los imprevistos. Tan importante como aprender a trabajar es aprender a descansar.

Fatigado de conversar, descansa conversando. Escribe bien y le gusta hacerlo. El mayor estímulo de su vida es la emoción al riesgo. La tribuna de improvisador parece ser su medio ecológico perfecto. Empieza siempre con voz casi inaudible, con un rumbo incierto, pero aprovecha cualquier destello para ir ganando terreno, palmo a palmo, hasta que da una especie de gran zarpazo y se apodera de la audiencia. Es la inspiración: el estado de gracia irresistible y deslumbrante, que sólo niegan quienes no han tenido la gloria de vivirlo. Es el antidogmático por excelencia.

José Martí es su autor de cabecera y ha tenido el talento de incorporar su ideario al torrente sanguíneo de una revolución marxista. La esencia de su propio pensamiento podría estar en la certidumbre de que hacer trabajo de masas es fundamentalmente ocuparse de los individuos.

Esto podría explicar su confianza absoluta en el contacto directo. Tiene un idioma para cada ocasión y un modo distinto de persuasión según los distintos interlocutores. Sabe situarse en el nivel de cada uno y dispone de una información vasta y variada que le permite moverse con facilidad en cualquier medio. Una cosa se sabe con seguridad: esté donde esté, como esté y con quien esté, Fidel Castro está allí para ganar. Su actitud ante la derrota, aun en los actos mínimos de la vida cotidiana, parece obedecer a una lógica privada: ni siquiera la admite, y no tiene un minuto de sosiego mientras no logra invertir los términos y convertirla en victoria. Nadie puede ser más obsesivo que él cuando se ha propuesto llegar a fondo a cualquier cosa. No hay un proyecto colosal o milimétrico, en el que no se empeñe con una pasión encarnizada. Y en especial si tiene que enfrentarse a la adversidad. Nunca como entonces parece de mejor talante, de mejor humor. Alguien que cree conocerlo bien le dijo: Las cosas deben andar muy mal, porque usted está rozagante.

Las reiteraciones son uno de sus modos de trabajar. Ej.: El tema de la deuda externa de América Latina, había aparecido por primera vez en sus conversaciones desde hacía unos dos años, y había ido evolucionando, ramificándose, profundizándose. Lo primero que dijo, como una simple conclusión aritmética, era que la deuda era impagable. Después aparecieron los hallazgos escalonados: Las repercusiones de la deuda en la economía de los países, su impacto político y social, su influencia decisiva en las relaciones internacionales, su importancia providencial para una política unitaria de América Latina… hasta lograr una visión totalizadora, la que expuso en una reunión internacional convocada al efecto y que el tiempo se ha encargado de demostrar.

Su más rara virtud de político es esa facultad de vislumbrar la evolución de un hecho hasta sus consecuencias remotas… pero esa facultad no la ejerce por iluminación, sino como resultado de un raciocinio arduo y tenaz. Su auxiliar supremo es la memoria y la usa hasta el abuso para sustentar discursos o charlas privadas con raciocinios abrumadores y operaciones aritméticas de una rapidez increíble.

Requiere el auxilio de una información incesante, bien masticada y digerida. Su tarea de acumulación informativa principia desde que despierta. Desayuna con no menos de 200 páginas de noticias del mundo entero. Durante el día le hacen llegar informaciones urgentes donde esté, calcula que cada día tiene que leer unos 50 documentos, a eso hay que agregar los informes de los servicios oficiales y de sus visitantes y todo cuanto pueda interesar a su curiosidad infinita.

Las respuestas tienen que ser exactas, pues es capaz de descubrir la mínima contradicción de una frase casual. Otra fuente de vital información son los libros. Es un lector voraz. Nadie se explica cómo le alcanza el tiempo ni de qué método se sirve para leer tanto y con tanta rapidez, aunque él insiste en que no tiene ninguno en especial. Muchas veces se ha llevado un libro en la madrugada y a la mañana siguiente lo comenta. Lee el inglés pero no lo habla. Prefiere leer en castellano y a cualquier hora está dispuesto a leer un papel con letra que le caiga en las manos. Es lector habitual de temas económicos e históricos. Es un buen lector de literatura y la sigue con atención.

Tiene la costumbre de los interrogatorios rápidos. Preguntas sucesivas que él hace en ráfagas instantáneas hasta descubrir el por qué del por qué del por qué final. Cuando un visitante de América Latina le dio un dato apresurado sobre el consumo de arroz de sus compatriotas, él hizo sus cálculos mentales y dijo: Qué raro, que cada uno se come cuatro libras de arroz al día. Su táctica maestra es preguntar sobre cosas que sabe, para confirmar sus datos. Y en algunos casos para medir el calibre de su interlocutor, y tratarlo en consecuencia.

No pierde ocasión de informarse. Durante la guerra de Angola describió una batalla con tal minuciosidad en una recepción oficial, que costó trabajo convencer a un diplomático europeo de que Fidel Castro no había participado en ella. El relato que hizo de la captura y asesinato del Che, el que hizo del asalto de la Moneda y de la muerte de Salvador Allende o el que hizo de los estragos del ciclón Flora, eran grandes reportajes hablados.

Su visión de América Latina en el porvenir, es la misma de Bolívar y Martí, una comunidad integral y autónoma, capaz de mover el destino del mundo. El país del cual sabe más después de Cuba, es Estados Unidos. Conoce a fondo la índole de su gente, sus estructuras de poder, las segundas intenciones de sus gobiernos, y esto le ha ayudado a sortear la tormenta incesante del bloqueo.

En una entrevista de varias horas, se detiene en cada tema, se aventura por sus vericuetos menos pensados sin descuidar jamás la precisión, consciente de que una sola palabra mal usada puede causar estragos irreparables. Jamás ha rehusado contestar ninguna pregunta, por provocadora que sea, ni ha perdido nunca la paciencia. Sobre los que le escamotean la verdad por no causarle más preocupaciones de las que tiene: El lo sabe. A un funcionario que lo hizo le dijo: Me ocultan verdades por no inquietarme, pero cuando por fin las descubra me moriré por la impresión de enfrentarme a tantas verdades que han dejado de decirme. Las más graves, sin embargo, son las verdades que se le ocultan para encubrir deficiencias, pues al lado de los enormes logros que sustentan la Revolución los logros políticos, científicos, deportivos, culturales, hay una incompetencia burocrática colosal que afecta a casi todos los órdenes de la vida diaria, y en especial a la felicidad doméstica.

Cuando habla con la gente de la calle, la conversación recobra la expresividad y la franqueza cruda de los afectos reales. Lo llaman: Fidel. Lo rodean sin riesgos, lo tutean, le discuten, lo contradicen, le reclaman, con un canal de transmisión inmediata por donde circula la verdad a borbotones. Es entonces que se descubre al ser humano insólito, que el resplandor de su propia imagen no deja ver. Este es el Fidel Castro que creo conocer: Un hombre de costumbres austeras e ilusiones insaciables, con una educación formal a la antigua, de palabras cautelosas y modales tenues e incapaz de concebir ninguna idea que no sea descomunal.

Sueña con que sus científicos encuentren la medicina final contra el cáncer y ha creado una política exterior de potencia mundial, en una isla 84 veces más pequeña que su enemigo principal. Tiene la convicción de que el logro mayor del ser humano es la buena formación de su conciencia y que los estímulos morales, más que los materiales, son capaces de cambiar el mundo y empujar la historia.

Lo he oído en sus escasas horas de añoranza a la vida, evocar las cosas que hubiera podido hacer de otro modo para ganarle más tiempo a la vida. Al verlo muy abrumado por el peso de tantos destinos ajenos, le pregunté qué era lo que más quisiera hacer en este mundo, y me contestó de inmediato: pararme en una esquina.

Abril de 2014.

de: 'Guillermo C. Cohen-DeGovia' allelon@operamail.com [nuestramerica] <nuestramerica@yahoogrupos.com.mx>
para: Nuestra América <nuestramerica@yahoogrupos.com.mx>
fecha: 28 de noviembre de 2016, 12:07
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COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
30 de noviembre 2016

REQUIEM PARA EL FIDEL “CAMANEJO” DE MI SUEGRA

Desde un rincón del mundo


REQUIEM PARA EL FIDEL “CAMANEJO”

DE MI SUEGRA

La mañana del Sábado 26, Nemiye, mi hija menor, recibía una llamada telefónica de su Abuelita Roina, erróneamente dirigida a mi esposa, para comunicarle su tristeza matutina, no por la subida del azúcar en su sangre ni por sus remedios para el corazón, no. Lo que realmente entristecía a esta querida matrona de 82 años, madre de 10 hijos, con nietos y bisnietos, que pasó la mayor parte de su vida en su querida Provincia de Camaná, era la noticia de la muerte de Fidel Castro. ¡Si, así como se escucha!

Es difícil para los jóvenes de hoy entender ¿qué relación podía tener esta respetable y muy mayor mujer provinciana con un estadista de talla internacional como Fidel Castro?

Mi querida Doña Roina, como muchas mujeres sencillas y provincianas de su flor, vivieron las madrugadas escuchando junto al esposo, joven como ellas, las transmisiones de Radio La Habana, y el timbre de voz, el estilo oratorio, la palabra exacta y poética, les era familiar, y así Fidel era casi el escolar, el comerciante humilde, el bracero campesino, que transitaba ocasionalmente por sus vidas. Era así, Fidel sin apellido, pues no había otro Fidel de quien hablaran los humildes y cuyo nombre le fuese tan cercano.

El Lenin cuasi tártaro, su lengua eslava, no les eran tan cercano como Fidel hablando en su lengua usual y como decíamos antes, en “Radio Bemba”.

Así en su duro y diario quehacer familiar provinciano, el nombre de Fidel, la historia de este joven abogado de militancia inicial no comunista, que no esperó que la probeta de la experimentación científica le dijese que las fuerzas productivas estaban hirviendo y a punto de hacer saltar las viejas relaciones productivas capitalistas y tuvo la audacia y osadía de intentar tomar el Cuartel Moncada con un puñado de jóvenes patriotas, como él, en nombre de Martí; que triunfante la Revolución no llamó a realizar el desarrollo de las relaciones capitalistas bajo control estatal proletario para que madurasen las premisas básicas del socialismo ni llamó a integrar a la burguesía nacional al proceso revolucionario cubano; y cuyo nombre alumbraba los ojos del joven esposo y de otros jóvenes sencillos de su pueblo, se convirtió en uno más de ellos, aunque no le hubiesen visto personalmente jamás en su vida, y se identificó con el sueño de una vida mejor y más justa.

Ni las dificultades del bloqueo económico, ni la difícil dualidad de Poder entre el Partido y el Estado revolucionario que mantiene el proceso cubano al igual que Rusia, China y Corea, ni la dependencia de la ayuda económica de la URSS ni la no constitución de nuevas fuerzas productivas no capitalistas que permitiesen el desarrollo de nuevas relaciones de producción cualitativamente distintas, pudieron acabar con esa cálida relación humana que estableció mi suegra con esa suerte de Fidel “camanejo” y por eso el Sábado, cuando la Gloria Estefan y todos aquellos poderosos cuyas familias se beneficiaron del Poder de Fulgencio Batista y La Habana-Burdel de Lucky Luciano y el resto de la mafia ítalo-americana-cubana celebraban su muerte en las calles, ella mantuvo un silencio triste y respetuoso por el Fidel “camanejo” que formó parte de sus vidas.

de: g perezhinojosa <gperezhinojosa@gmail.com>
para: Ramón García Rodríguez <ragarro2002@gmail.com>
fecha: 28 de noviembre de 2016, 10:44
asunto: REQUIEM PARA EL FIDEL “CAMANEJO” DE MI SUEGRA
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Nota.-

Estimado
Gustavo Pérez Hinojosa:
Muy agradecido por la deferencia.

En los años 60 era frecuente escuchar Radio Habana en las provincias más lejanas del país, sobre todo en las alturas de la sierra, y más en el interior que en la capital. Y ahora sabemos que doña Roina y su también joven esposo eran de los que escuchaban esa radio que trasmitía (incluso en quechua) noticias de la lucha contra la dominación, explotación, represión, agresión.

Bien dicen que “soy camanejo y no cejo” Doña Roina no ha cejado de estar al día con las noticias del proceso cubano. Y esta vez, retrasmitiendo con pesar la noticia del fallecimiento de Fidel. Si, Fidel a secas. “pues no había otro Fidel de quien hablaran los humildes y cuyo nombre le fuese tan cercano”

Camaná, provincia del sureño departamento de Arequipa, es conocida en Lima capital por el jirón que lleva su nombre; así como Quilca, una de sus bellas playas, por la calle de ese nombre, donde más se vende -o se vendía-, literatura de izquierda.

Usted señala queEs difícil para los jóvenes de hoy entender ¿qué relación podía tener esta respetable y muy mayor mujer provinciana con un estadista de talla internacional como Fidel Castro?” Pero con noticias como la suya ya no les será difícil. Por eso, se requiere de comentarios como el suyo, para motivar a las nuevas oleadas de activistas.

¡Salud y Vigor!
Atentamente,

Ragarro
28.11.16




COLECTIVO PERU INTEGRAL
30 de noviembre 2016